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miércoles, 23 de julio de 2008

Los comca'ac, una raza cósmica

José Luis Jara

Para llegar a Punta Chueca prácticamente se tiene que cruzar por una odisea, donde la mejor herramienta para enfrentarla es armarse de harta paciencia y un trato inmisericorde al vehículo, al cruzar por ese largo camino de terracería, que comunica de Bahía de Kino a la comunidad comca’ac.
A escasa velocidad, nos trasladamos por ese tortuoso camino, donde la piedra suelta y filosa, presumiblemente volcánica, empezó a golpear por debajo del carro y generar el inevitable traqueteo de manera incesante.
Hasta que llegamos al poblado de la comunidad nativa, donde se encuentra al fondo la isla más grande de México, con unos mil 200 kilómetros cuadrados. La isla del Tiburón que en esos se convirtió en centro de energía que concentró a las enormes nubes que estaban en el cielo.
Se concentraron las nubes al grado en que los cerros de la ínsula se perdieron de vista porque fue rodeado de nubes de lluvia.
El fenómeno se volvió impresionante, cuando fuertes y agradables ráfagas de viento húmedo y fresco, empezaron a mover las ramas de algunos techos del poblado. Con ese mismo aire nos enfrentamos al bajar del carro y con esa corriente sacudimos del sudor a nuestras camisetas húmedas.
Estiramos el cuerpo como los perros y los gatos, como un rictus necesario para desentumir los huesos.
Y el primer comca’ac con el que establecimos contacto fue con don Antonio Robles, quien nos observó desde el momento en que el carro se dejó ver por el camino a Punta Chueca.
Es el presidente del Consejo de Ancianos, quien con David Morales se encuentra al frente de una asociación que formaron para ofrecer servicios de guías turísticos a las personas que quieran conocer la isla del tiburón, los lugares sagrados de los konk kak y entrar en contacto con la cultura de esta etnia.
Es todo un plan de ecoturismo que se ofrece para grupos de hasta 25 personas.
Don Antonio es el presidente del Consejo de Ancianos de la comunidad seri, comprendida en poco menos de mil habitantes, distribuidos en Punta Chueca y El Desemboque.
Él fue de los comca’ac que le tocó vivir en la isla, cuando todavía no se formaba el poblado de Punta Chueca y es el que tiene el bastón de mando del pueblo.
Más tarde, encontramos a Francisco (El Chapo) Barnet, uno de los chamanes de la comunidad. Recién había llegado de con unos fotógrafos a quienes les posó en algunos hermosos lugares sagrados de la comunidad.
El Chapo Barnet dijo:
-Tengo un mes que llegué. Voy llegando de Chiapas y antes andaba para Machu Pichu.
-¿Te reuniste con Marcos o el EZLN? –se le preguntó.
-No –dijo. Marcos es puro remolino. Yo fui a danzar.
El Chapo Barnet portaba ropa blanca. Dijo que era blanca pureza. Al saludar, la fuerza de su mano era como la de un fuerte deportista. Con más de 70 años, Barnet lucía una negra y fuerte cabellera, sin posibilidades de mostrar una cana.
David Morales Astorga, defensor y promotor de los derechos y la cultura comca’ac, dijo que Francisco Barnet es uno de los autores de cantos seris que viven y es uno de los principales danzante del pascola.
Era sábado por la tarde, cuando el sol estaba en declive, cuando encontramos a David Morales. Era uno de los personajes que se pretendía entrevistar en este recorrido por Punta Chueca.
David es un defensor de la cultura seri. Lo que más ha defendido son las tradiciones orales para enriquecer la tradición histórica de los comca’ac.
Su trabajo lo enfoca hacía los niños de la comunidad y en realizar constantes entrevistas a los ancianos de la comunidad, para rescatar la cultura a través de la tradición oral.
Es uno de los defensores del territorio seri. Incluso, hace unos siete años fue detenido por la marina y lo condenaron a purgar pena en la cárcel, donde duró alrededor de seis meses.
Lo acusaron de hostigar con armas de fuego a unos pescadores, cuando en realidad, David Morales era miembro de la guardia tradicional y realizaban una inspección a barcos de pescadores que habían invadido aguas de la comunidad.
Ahora, siete años después, David Morales es un promotor cultural, defiende el patrimonio histórico y es un defensor de los derechos indígenas.
Con la charla de David Morales, la jornada laboral apuntaba un éxito.
Entonces, la siguiente tarea fue buscar a otro de los personajes claves de Punta Chueca. El plan fue encontrar a los integrantes de grupo de rock Hamac Caziim. Fuego divino en castellano.
De inmediato nos dimos a la tarea de buscar a Israel Robles, baterista y compositor del grupo, quien en esos momentos se encontraba en su casa, con su familia. Este grupo de rock seri ha trascendido a su territorio. Su propuesta lo ha llevado a tocar en conciertos con La Maldita vecindad, han tocado en diferentes partes del país y el extranjero.
Y al encontrar a Israel, se estaba cumpliendo el objetivo del recorrido por Punta Chueca. Ya teníamos la entrevista con un defensor de la cultura y derechos de la comunidad, encontramos al Chapo Barnet y logramos la entrevista con Israel, quien dice que no sabe cómo llegaron hasta donde están llegando en la actualidad.
El grupo se prepara para una presentación en la Ciudad de México y para el inicio de una temporada de conciertos que van a cubrir hasta en algunas ciudades de Estados Unidos.
Con esta entrevista, que se concertó para el segundo día de estancia en la comunidad, cerramos con broche de oro la jornada. Logramos obtener la información de una pequeña parte de los protagonistas de la historia comca’ac. De hombres que surgieron de este pueblo indígena que no alcanza a completar el número de mil seris.
Sin embargo, los lugares que han pisado estos hombres, les han proporcionado la sabiduría para representar a una etnia que muchas de las personas la consideran como una raza cósmica.
Este texto es el primero de un trabajo de tres partes, que se elaboró en base a entrevistas con gente de la comunidad seri.
Era la noche del primer día y en el poblado de Punta Chueca no existen expendios de cerveza. Dormir temprano se convirtió en la dulce condena, que nos motivó a seguir contemplando la depresión que se había formado en la isla del Tiburón.
Las nubes viajaban a exceso de velocidad y la noche se convirtió en un misterio. No sabíamos si iba a llover y eso nos mantuvo en una rica incertidumbre.

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