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domingo, 12 de julio de 2009

Se decanta de intereses electoreros la demanda de justicia


José Luis Jara

Como si sufriera una especie de decantación se realizó la sexta marcha por la justicia por las víctimas de la guardería ABC.
¿Cuántos fueron? ¿Menos que la anterior?
Las preguntas predominaban en la cabeza de algunos compañeros. Es menos que la anterior, definitivamente, pero la diferencia es que se decantaron los intereses de los partidos políticos, era la principal conclusión.
Ya no aparecieron en la marcha aquellas lonas que despertaban la sospecha, como manejadas por enviados de gobierno, para distraer la atención. También para que ganaran los espacios para las fotografías de los diarios. Pero ya no aparecieron.
En esta sexta marcha, caminaron abuelos, como desde la primera, caminaron padres, madres, hijos, familias enteras. Nietos en carriolas, matrimonios jóvenes y adultos. Todos ellos de distintas generaciones. Todos ellos en solidaridad con los padres y familias de las víctimas de la guardería ABC.
Los padres fueron al frente, con lonas y fotografías de Ximena, de Juan Carlos, Dennis, Emilia, Nayeli, Yeyé, Ruth, Lucía, Juanito, de todos los niños que murieron calcinados en ese 5 de junio. ¿Quién no se lamentó de que tuvieron que ser estos niños y niñas, los que pudieron convocar a los miles que acudieron a esta marcha?
-¿Cuántos fueron? Como siempre, la policía ofreció reportes conservadores. Cinco mil respondió el agente que sacaba las cuentas. Yo calculo más de diez mil comentó el investigador del Colegio de Sonora, Álvaro Bracamontes.
Diego Osorno, enviado de Milenio, comentó: Algunos medios de comunicación ya dejaron de manejar la información de la marcha, como que les dieron la orden de no darle cobertura a pesar de que esta manifestación es la principal actividad del día en la capital del estado.
¿Razones? -le pregunto. Como que ya les dieron la orden de no manejar más esta información, sugirió. Ese día, sábado 11 de junio, efectivamente, periódicos como Expreso no sacó nada sobre el tema.
Ya era noche cuando los padres, que iban en la vanguardia de la manifestación silenciosa, llegaron al bulevar paseo del Río. Todo mundo ya estaba preparado con su veladora o su lámpara. Y desde un estrado que improvisaron en la plaza del Centro de Gobierno, a donde llegó la manifestación, uno de los padres pasó lista de los 48 niños. No debieron morir respondieron.
Luego siguió el acto, la hora del mensaje y la reflexión, que estuvo salpicada de gritos de coraje, de consignas dirigidas al director del seguro social, al presidente Felipe Calderón y al gobernador Eduardo Bours.
Julio Márquez, padre de Yeyé, respondió a los gritos de la gente: “Muy bien, como ustedes lo dicen, la próxima marcha va a llegar a la casa de gobierno”.
Él fue uno de los que fueron a la comparecencia del director del Instituto Mexicano del Seguro Social ante la comisión permanente del Congreso de la Unión. Fue el que le sacó la cartulina, frente a los legisladores, para exigirle la renuncia, por los niños que han fallecido y por los que están sufriendo el calvario en los hospitales del Seguro Social.
Una señora, tomó la palabra y dibujó el panorama que viven estas familias. Habló de la mamá de Fátima. Se tuvo que trasladar porque Fátima fue intervenida en la mañana. La niña va a empezar a usar un traje por un año y medio. Ella pidió que trasladaran a su hija a Shriner pero no la autorizaron los del IMSS, a pesar de que el hospital de Guadalajara no estaba terminado.
Esta señora perdió a su hija en el hospital. La pudo tener 48 horas más después del accidente.
El padre de Sofía estaba con su esposa. Con la mirada hacia el horizonte que formaba la multitud, dijo que su hija no era la uno, ni la cinco ni la 48. No es un número. Mostró su fotografía y puntualizó que ella se llama Sofía Moreno Escalante. No es un número más.
La señora lo secunda, le da fuerzas a su esposo. Dijo: Venimos aquí para exigir justicia, porque no es justo que a más de un mes de la tragedia no tengan a los culpables.
Cristina García, que perdió a su hijo, recordó el año 1976. En ese año ocurrió la matanza de los campesinos en San Ignacio Río Muerto, donde la judicial del estado acribilló a mató a siete campesinos que exigían tierra.
Cristina recordó que por esos siete muertos cayó el gobernador del estado. Pero lamentó indignada que ahora, con 48 niños muertos y otros hospitalizados no tocan ni siquiera a los dueños de la guardería.
Hablaron los demás padres, a todos se les escuchó. Todos encendieron su luz en esta oscuridad. Gritaron justicia, les recordaron a los padres de los niños calcinados que no se encuentran solos.
Fueron de diez mil a 15 mil comentó un ingeniero que aplicó una fórmula a ojo de buen cubero. Pero hayan sido más o hayan sido menos, lo cierto es que ya no estuvieron los intereses electorales presentes. La demanda de justicia y castigo a los responsables se abrió paso en este camino sinuoso.

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