Seguidores

domingo, 23 de junio de 2013

La matanza de San Ignacio Río Muerto (Parte 1)

Revelaciones de un sobreviviente

"No fuimos víctimas en la matanza de San Ignacio"

El profesor Heriberto García leyva reveló la relación que tuvieron los campesinos con las organizaciones guerrilleras, la presencia de representantes de Lucio Cabañas y de varios estudiantes del Quinto en las tomas de tierra.



José Luis Jara   

Si al profesor Heriberto García Leyva no se le hubiera atorado una bala en su rifle M1, durante los trágicos acontecimientos de San Ignacio Río Muerto, ocurrida el 23 de octubre de 1975, no viviera para contarlo.
Él y Juan Leyva se parapetaron detrás de un "vochito". Juan quiso aprovechar un momento para salir corriendo, pero una ráfaga de metralla lo detuvo en el intento.
El maestro rural quiso entonces intentar la huida por el lado opuesto del carro compacto, pero recibió un balazo en la pierna. Se devolvió y al momento de llegar al otro extremo del vehículo, otro tiro le rozó el cuerpo muy cerca del corazón.
El profesor optó por el enfrentamiento pero no pudo seguir disparando porque se le atoraron los tiros. Justo cuando se agachó para cambiar de cargador, una bala atravezó la ventana del carro, precisamente donde segundo antes asomaba su cabeza. El profesor se tiró al suelo y quedó quieto... muy quieto.
El jefe de la judicial del estado, el teniente coronel Francisco Arellano Noblecia, lo dio por muerto y ordenó el cese al fuego. Alguien después descubrió el truco y lo aprehendieron. Se lo llevaron a torturar y luego a la cárcel. Pero a los días, en libertad por órdenes de Luis Echeverría, demandó el desafuero del gobernador Carlos Armando Biebrich Torres y la desaparición de poderes del estado. Biebrich días después renunció al cargo.

No fuimos víctimas, supimos lo que hicimos

El profesor Heriberto García habló  de los sucesos que estuvieron antes y después de la matanza de San Ignacio Río Muerto. Y lo hizo con lujo de detalles.
Desde antes de entrar en la entrevista formal, el profesor quiso puntualizar la opinión de los protagonistas de esa historia que marcaron el rumbo político sonorense.
“Nunca fuimos víctimas, ni lo aceptamos”, apuntó Heriberto. Su punto de partida para sostener esta opinión es que “todos los del movimiento estuvimos muy conscientes de las implicaciones y nos decidimos a luchar”.
En su charla reveló varias cosas importantes, como por ejemplo, la relación que tuvieron los campesinos con las organizaciones guerrilleras, la presencia de representantes de Lucio Cabañas y de varios estudiantes del Quinto, la normal rural que se encuentra en Navojoa, en el movimiento de solicitantes de tierras agrícolas que se generó en ese año, a raíz de que se modificó la ley agraria que permitió la entrega de tierras de propiedades que superaran las cien hectáreas por propietario.
En esa trifulca, aseveró que así como cayeron seis campesinos en ese conflicto, también le dieron piso a algunos soldados y policías municipales.
Heriberto García tiene 60 años, de tal forma que en 1975 andaba en los 24. Es originario de un poblado que se llama El Polvorón, en el Municipio de San Ignacio Río Muerto.
Se formó como maestro rural en la normal de El Quinto donde participó en diferentes movimientos estudiantiles y estableció relación con grupos armados, con la Liga Comunista 23 de Septiembre y de otras organizaciones políticas de izquierda.
Ya como egresado trabajó en la ciudad, pero decidió regresar a San Ignacio Río Muerto, como director de una escuela en el poblado Singapur.
Recordó que el 20 de octubre de ese año, fue a despedirse de sus alumnos, de los padres de familia. “Les dije que  buscaran un nuevo maestro porque no sabía si iba a regresar de esa invasión”.
Lo que pasó antes
Para abordar el tema, el profesor Heriberto García abordó los antecedentes al 23 de octubre de 1975
En lo general vivíamos en un absoluto autoritarismo en lo nacional; en lo local estábamos peor, muy compenetrados de un caciquismo que era irracional, de soberbia, de los grandes ricos contra los obreros, los campesinos.
Tenían algunas centrales obraras y campesinas para podernos controlar y utilizarnos como carne de cañón de votos y de cualquier situación de beneficio para ellos.
Incluso, se aprovechaban de los jornaleros que pasaban al otro lado, porque primero los exprimían en los campos algodoneros.
Esto creaba bastante incomodidad. La mayoría de los trabajadores del campo y la ciudad no tenia seguro social. Y a pesar de que se había atravesado por una revolución mexicana, aquí no habíamos avanzado mucho.
Lo único que pasó en Sonora fue el traspaso de tierras, porque los apellidos de los dueños eran los mismos. Las cosas llegaban a tal grado que el latifundio simulado se dio en uno de los predios que invadimos, donde el dueño era una niña de 9 años, porque estaba simulando el latifundio de su padre.

Los apellidos eran italianos, alemanes y griegos.

A Sonora le impactó el 68 mexicano. Se dio la incursión de jóvenes en la lucha armada.
Nosotros –dijo el profesor- nos dimos a la tarea de buscar a los grupos más accesibles a organizarse. Y entre ellos se encontraban los solicitantes de tierra, porque por ese entonces el presidente de la República Luis Echeverría Álvarez manejó mucho la posibilidad del reparto de tierra.
Con la ley agraria se habló de que no habría más de cien hectáreas por persona.
El profesor recordó que en ese tiempo, se dieron a la tarea de organizar el movimiento tomando en cuenta que se enfrentarían a las  organizaciones campesinas oficiales, como la CNC y la CCI.
“Nosotros –recordó- hicimos una organización autónoma que se llamó Comité Particular de Dotación de Tierras de San Ignacio Río Muerto.
En la misma manera en que realizaron gestiones para la gente del movimiento, se organizaron para la lucha, porque existió un engaño por parte de la Secretaría de la Reforma Agraria.
En esta dependencia se impulsó la entrega de documentos de solicitantes de tierra, con determinados requisitos, pero a final de cuentas, el único que tenía el poder para decidir una dotación era la firma del presidente de la república.
Heriberto  García relató que ellos se dieron cuenta del engaño cuando se reunieron con el presidente Luis Echeverría en Los Pinos.
Esa reunión se dio a principios de 1975. Los solicitantes de tierra de San Ignacio se fueron en tren hasta Guadalajara y de ahí se trasladaron a la ciudad de México.
La petición fundamental que llevaron los campesinos solicitantes, fue el decreto presidencial que los beneficiaría con la dotación de tierras.
Pero en el debate se encontraba el asunto del amparo que interpusieron los dueños de la tierra. Con esta medida, se truncaba cualquier lucha de los campesinos porque se tardaba en resolver años y años, al grado que las personas involucradas llegaban a morir, sin que avanzara el expediente en el proceso jurídico.
En la reunión que sostuvieron en Los Pinos, Luis Echeverría les hizo ver que el problema no era la ley, que el problema era el gobernador Carlos Armando Biebrich, porque era el representante de los terratenientes y tenía que responder a quienes lo patrocinaron.

No hay comentarios: